
Ya han pasado diez años de la visita del autodenominado artista visual Spencer Tunick a nuestro país, visita que marco un antes y un después en Chile.
Corría
una gélida mañana el 2 de Junio del 2002, cuando aun todo era una incertidumbre
para los organizadores del evento y para el propio Tunick. Sí, todo era
incierto puesto que ni el más optimista podría haber proyectado lo que iba a
acontecer en las horas venideras. Todo estaba en contra. A saber, Chile – por muchos considerado el país más
conservador de América latina- posee un notable historial de censura en el
ámbito artístico. ¿Algunos ejemplos a tomar en cuenta?
Bandas como Iron Maiden o Deicide y
la película “La ultima tentación de Cristo” de Martin Scorsese. Todos ellos contaron con la negativa de las iglesias y
sus fieles, con argumentos tales como el fin de la moralidad, perdida de los
valores, promover el pecado y corrupción de la sociedad, entre muchos otros
más. Prohibiciones y censuras realizadas en democracia.
Con estos antecedentes
pensar en la visita de Tunick y consideración otros factores como: el frio
intenso que recorría la capital, la final del mundial de futbol Corea Japón
(entre la verdeamarela y el seleccionado teutón) y la ferviente oposición de
grupos religiosos, en su mayoría evangélicos, que se reunieron alrededor del
parque forestal hacían peligrar el éxito del evento.
EL DÍA D
La
performance era una apuesta del todo o
nada para los organizadores, particularmente para Francisco Brugnoli, director
del museo de arte contemporáneo (el cerebro detrás de la visita de Tunick a
nuestro país ) y para la propia sociedad chilena, quien miraba y apostaba
expectante sobre lo que finalmente, más que una intervención artística, termino
siendo un experimento social.
Se
acercaba la hora, los cálculos más optimistas por parte de los organizadores
era que llegaran unas cuatrocientas personas, número al que Tunick logro
convocar en su visita a Buenos Aires, instancia previa a Santiago.
Sin
embargo, grande fue la sorpresa que se llevaron cuando vieron como una masa se
comenzaba a desnudar, según cifras oficiales se congregaron más de cinco mil
compatriotas en el parque forestal, todos dispuestos a inmortalizar
fotográficamente un momento nunca antes visto en el país.
La tónica fue de algarabía y
complicidad, todos se hacían parte de algo histórico. Pero cabe preguntarse,
¿Era esta una manifestación artística-cultural o simplemente una fiesta del
libertinaje? Evidentemente esta pregunta tendrá su respuesta dependiendo del
prisma con el cual cada uno lo vea y T.F.T lo deja a su libre albedrio.
EFECTOS

Por
lo mismo, la “performance” de Tunick paso a ser algo más que el simple hecho de
retratar a los chilenos con traje de Adán y Eva, se convirtió en un catalizador
en el cual cada persona que asistió lo hizo con motivos y fines distintos.
Algunos
manifestaban su expresión de libertad tras tantos años de dictadura, otros
hacían propia esta fiesta en un país carente de las mismas, otros tantos no le
dieron muchas vueltas a lo que era, un simple acto de arte.
Lo
cierto es que nuestro querido Chile, es un país pacato, cínico y con una
moralina bastante singular. Para algunas cosas somos sumamente liberales (véase
sistema económico), mientras que para otros temas somos de lo más cartuchos que
hay.
Todos jugamos con ese doble filo y no tenemos problemas en criticar a
los demás, sin ser capaces de ver la viga que tenemos en nuestro propio ojo.
Como
no recordar la “casa de vidrio”, esta intervención artística realizada en
Santiago con el nombre original de “Nautilus, casa transparente” financiada por
el FONDART. En esta particular casa, una actriz realizaba una vida normal a
vista y paciencia de todo aquel que por “curiosidad” quisiera contemplarla.

Otros
ejemplos son los que podemos encontrar en la televisión y cine nacional. Los
buenos números de rating del programa “Infieles” en la pantalla chica, y las
películas nacionales en las que abunda el desnudo (considerado de forma
personal como sin contenido). Alguna vez escuche a un grupo de personas
hablando este tema y “apostando” a que actriz iba a mostrar sus glándulas
mamarias en la siguiente película.
Es
entendible la posición de los grupos contrarios a estos tipos de
intervenciones. Chile no posee una “cultura” del desnudo. Por tanto toda acción
destinada a generar este campo cultural siempre va a estar prejuicada.
Sin
embargo debemos ser capaces como sociedad en vías de desarrollo (y orgulloso
miembro de la OCDE) de generar estos campos, y la pregunta que cabe hacerse es
¿Cómo metemos la puntita a un tema tabú como es el desnudo? ¿Debemos empezar
por exposiciones de pinturas en museos? ¿O hacerlo de manera masiva en espacios
tan comunes como un parque? Sea usted, estimado lector, quien decida.
Por Nicolás Pérez
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